Del 4 de enero al 6 de febrero 2011
La segunda promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, que ya representó la temporada pasada La moza de Cántaro de Lope de Vega, sube a las tablas con esta comedia enredosa de jóvenes que se aman en Salamanca, incorporando así título y autor al catálogo de la Compañía Nacional y enriqueciendo nuestra idea del repertorio áureo español, tan rico y tan reducido a los título habituales que nos ha dictado el canon literario.
Impresa en Madrid en 1671 como de don Diego de Figueroa y Córdoba, Todo es enredos Amor y diablos son las mujeres se reimprime posteriormente en Valencia como comedia de Moreto, lo que genera una confusión que llega incluso hasta nuestros días. Al final la atribución se resolvió de una manera seria y rigurosa, y hoy se asigna a su verdadero autor, don Diego de Figueroa. Este escritor representa un tipo vital en la vida poética y teatral del XVII: el del cortesano que se involucra en la actividad artística, ya desde el mecenazgo ya desde la escritura. Poeta, Caballero de Alcántara, escribe, solo o en colaboración con su hermano menor José, comedias y algún entremés al gusto de su época, con títulos tan sugerentes como La dama capitán, Leoncio y Montano, La Sirena de Tinacria o Pobreza, amor y fortuna.
Todo es enredos amor es una comedia que se ajusta a la tendencia dominante en el teatro del XVII, con la popular dama que se disfraza, de caballero, criada o lo que haga falta, y con cuartos de casas contiguas que posibilitan la confusión típica del género. Al parecer recuerda a una anécdota protagonizada por la poetisa sevillana Feliciana Enríquez de Guzmán, que disfrazada de hombre siguió a su amante y se matriculó para estudiar con él en Salamanca, ciudad que el autor elige para varias de sus comedias. Es sobre todo una comedia de enredo, ligera, sin complicaciones. Esto le aporta, al menos en teoría, frescura. Y además tiene una estructura y un ritmo muy vivos y divertidos.
En un texto en el que el espacio es tan importante como en éste, la relación de los personajes -actuales pero clásicos- con el mismo adquiere una proporción simbólica, representando en cierto modo un teatro sin tiempo donde todo puede ser dibujado, representado y recordado.
Por último, la música actúa en el montaje no solo como ayuda en la ambientación, sino también como acompañamiento de la sonoridad del verso, realzando momentos precisos y sirviendo de trampolín emocional de actores y público.
Compañía Nacional de Teatro Clásico
© Ministeri d'Educació, Cultura i Esport