Entre los tres conjuntos de apostolados conservados completos, realizados por El Greco en su época de madurez, el que aquí se expone, fechado hacia 1590, ocupa un lugar privilegiado. Posiblemente fuera éste el boceto inspirador de los demás -de mayor tamaño-, al tiempo que constituye un repertorio de tipos humanos destinado a una clientela ávida de imágenes devocionales. La falta de algunos atributos, que sirven para individualizar a los personajes, motivó que en el siglo XVIII y para facilitar su identificación, les fueran añadidos rótulos, erróneos en algún caso, hecho comprobable al observar otros apostolados que presentan bien visibles los elementos simbólicos.
Con su particular técnica, el gran pintor cretense que desarrolló en Toledo la mayor parte de su obra, convierte estas figuras, dispuestas sobre fondo oscuro y sin apenas dibujo, en manchas agitadas de colorido antinatural que desmaterializan a unos personajes destinados a propagar el mensaje evangélico.